sábado, 22 de mayo de 2010

El fruto

Tenía hambre, era leve, pero de alguna forma buscaba algo para comer, algo dulce que acaparara mi atención pero sobre todo que su sabor...su sabor fuera el que buscaba. Realmente no tenía nada en mente, solo sabía que lo necesitaba de alguna forma.

¡Un día lo vi! Era el "fruto" perfecto, bueno creo que “perfecto” es una palabra muy fuerte, realmente era lo que creía que buscaba, por fuera...pff...lo tenía TODO;  tal vez para los demás era algo común, algo q pasaba desapercibido, pero para mí no, fue como la pieza que buscaba, era el fruto que según yo necesitaba: su forma, sus colores, el tamaño, el olor....¡Oh Dios!  el olor, SU olor era indescriptible, realmente no hay palabras. Simplemente me dediqué a admirarlo, a desearlo, a imaginar cómo sería cuando lo tuviera y por consiguiente, a imaginar su sabor. Juro que al pensar en él se me hacia agua la boca…pero ese fue mi error, IMAGINAR y ASUMIR.

El hambre continuaba, pero no hacía nada por conseguirlo, me bastaba con admirarlo y soñar ¡¿Por qué sueño?! ¡Odio soñar despierta! Odio imaginar cosas que no sé si pasarán, odio la incertidumbre: "¿Será?" "¿Puede ser...?" y así poco a poco siempre construyo un castillo, ¡Que digo un castillo! Construyo un reino, que de alguna forma quizá me hace sentir bien pero la realidad me hace regresar y todo vuelve...y todo es mentira. Veo el fruto, está ahí, pero no lo alcanzó y ¿Por qué no lo alcanzo? No es porque no llego o porque alguien más lo tiene ¡No! es por MIEDO. Odio tanto ese sentimiento, esa maldita sensación que me impide hacer tantas cosas, es como la fuerza que me agarra y no me deja seguir, no me deja luchar, no me deja alcanzarte...

Pero pasa, el miedo pasa.....bueno en este caso pasó, no por completo pero lo pude dominar.

Por fin estuve cerca, lo toqué, lo sentí. Era como si mi reino y la realidad estaban conectados, me sentí la reina del mundo, todo lo podía y me arriesgué, fui curiosa y me arriesgué, lo abrí. Quería pelarlo, conocerlo, saborearlo....quería!!!! Pero era como de hule, yo quería pelarlo, pero no pude.

Luego entendí que era como una cebolla, con muchas capas y realmente quería arrancárselas de un solo y conocer, probar lo último, el centro,el corazón. No pude...

Por fin entendí que debía hacerlo en orden, capa por capa. Y lo intenté, la primera capa fue un éxito, conocí más de él y el hambre renacía, tenía MÁS hambre, lo deseaba más y esto era emocionante, era como un juego. Me sentí niña de nuevo...quitando capas, ansiosa, atenta, emocionada.








Si fueran contables, creo q solo he logrado quitar una capa y media, el juego ya no es tan emocionante y no porque el hambre ya no esté o porque el juego es muy difícil y ya me cansé, simplemente porque cada vez que miro a través de las capas o intento seguir arrancando, me encuentro con algo que me decepciona o tal vez que no es lo que esperaba y esto es porque espero mucho, quiero lo PERFECTO, quiero lo que soñé.

Siempre he dicho que odio decepcionarme pero al escribir esto, me estoy percatando que yo lo provocó. Yo hago reinos, reinos perfectos que jamás serán. Debo aprender a no ESPERAR, a no tener algo en mente, a simplemente dejarme llevar. Se oye fácil, pero creo q será difícil.

En fin, el fruto sigue ahí pero ya no es el mismo, ¡La cáscara era un engaño! Pienso que fue un error de fábrica, esa cáscara es de alguien más....jajajajaja me va a tocar andar como el príncipe de cenicienta, buscando a quien le queda la cáscara jajajaja. Pero no sé, quiero terminar el juego, aunque me cueste, quiero cerrar el capítulo y asegurarme que no lo es. Tal vez me decepcione, pero no habrá incógnita, siempre he optado por quedarme con la incógnita, pero esta vez no, lo haré. Quien quita y al final todas las capas intermedias eran una distracción, un engaño y la verdad sea que la cáscara y el centro sean la síntesis del fruto, lo mejor.


El hambre, la puedo aguatar, sé que sí, ya lo he hecho por un buen tiempo así que espero lograrlo y averiguarlo, pero esta vez creo lo haré por simple curiosidad. Quiero verlo, sentirlo, conocerlo y no devorarlo como un animal y luego, decepcionarme aún más.

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